6.4.12

Un corazón roto como tantos

Resultaba ser, en apariencia de los demás, una de esas chicas diferente. Parecía ser fuerte, una de esas pocas personas a las que no conseguías hacer daño. Solía ser fría para cualquier situación y momento, bajo ninguna circunstancia sonreía ni dejaba mostrar sus sentimientos. Parecía ser una persona sin corazón, de las que ahogan sus pensamientos en unos auriculares. Dejaba a la vista su distinta forma de expresarse hacia el mundo, y su forma de pensar ante los demás. Pero ella, tan lejana a todos los demás, a todas aquellas personas que estaban a su alrededor día a día, no resultaba ser en realidad tan diferente a todos aquellos. Ella lloraba por las noches en su habitación, cuando todos los demás dormían, solía quedarse horas derramando lágrimas entre botellas de acohol. Ella solía mirarse en el espejo y derrumbarse en el suelo, solía pensar que no era ella misma y que había dejado de serlo desde hace tiempo. Ella, en apariencia de los demás, era solamente una chica que había dejado atrás a esa niña llena de ilusiones, esperanzas y sueños, que había olvidado el cómo sonreír, el sentirse bien consigo misma y con el mundo, que había decidido dejar atrás a su pasado. Ella era una chica a la que, tiempo atrás, habían roto y desquebrajado tantas veces su pobre y delicado corazón, que habían hecho en mil pedazos sus ilusiones y sueños, que habían herido hasta el último rincón de su alma. Ella era un corazón roto como tantos otros en la vida.

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